¿Qué pasará cuando aumente la demanda del uso de agua desalada?

Las proyecciones del sector señalan que el consumo de agua de mar en la industria alcanzará un 71% en 2033. Un escenario que ya presenta avances, pero que mantiene desafíos en materia de regulación e impacto ambiental.
DF

Durante este año, la minería nacional ha experimentado grandes avances en el uso de agua desalada, lo que se refleja en la puesta en marcha de proyectos como Quebrada Blanca fase 2, Los Pelambres y Puerto Patache de minera Collahuasi. A eso se suma el anuncio de Codelco del proyecto Aguas Horizonte y el acuerdo entre Cramsa y Albemarle en el Salar de Atacama.

‘El incremento en la adopción del agua desalinizada es notable, como lo demuestra el aumento en el consumo de agua de mar, pasando de 5,73 m3/seg en 2021 a 6,15 m3/seg en 2022’, asegura Patricia Gamboa, directora de Estudios y Políticas Públicas de Cochilco, cuyas cifras proyectan que entre 2021 y 2033 la necesidad del recurso hídrico en la actividad minera se incrementará en 22%, y un 71% del agua utilizada en las operaciones provendrá del océano.

Un análisis compartido por Hugo Lecaros, gerente de Asuntos Corporativos de Cramsa, quien afirma que ‘las ventajas del uso de agua desalinizada, sumadas a la situación de escasez hídrica y el agotamiento de las aguas continentales, hacen pronosticar que, en los próximos años, las operaciones mineras migren en su mayor porcentaje hacia un consumo de agua de fuente marina para sus operaciones’.

Desafíos

Sin embargo, Álex Godoy, director del Centro de Investigación en Sustentabilidad (CiSGER) de la UDD, plantea que este aumento de demanda generará desafíos en los estudios de impacto ambiental de las plantas desaladoras, pues ‘el problema no es la cantidad de agua que se genera. El problema es la cantidad de salmuera rechazada y qué hacemos con eso’.

Asimismo, Gamboa explica que ‘si bien el desarrollo de membranas avanzadas ha marcado un progreso en la eficiencia, aún queda un amplio margen para la innovación, especialmente en aspectos como la gestión de la salmuera y la recuperación de materiales de valor’.

Por su parte, Rafael Palacios, vicepresidente ejecutivo de la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (Acades), sostiene que el principal desafío son los plazos de aprobación.’No va a ser posible alcanzar esas proyecciones de consumo si el Estado continúa demorándose hasta 10 años en autorizar la operación de una planta desaladora’, dice, haciendo énfasis en que el ecosistema minero tiene todas las herramientas para impulsar la transición hídrica hacia fuentes no convencionales. En ese sentido, Gamboa destaca que actualmente se discute en el Senado un proyecto de ley que busca establecer un marco regulatorio claro para la desalinización, que dé estabilidad al desarrollo de infraestructuras relacionadas.